La historia de Salto en Digital. No todo es de color de rosa cuando emprendes y hay momentos en los que quieres tirar la toalla. No solo porque los resultados no llegan y no consigues que tu negocio se sostenga monetariamente, sino porque te supone tal esfuerzo mental que no sabes si te compensa. Esto es lo que te quiero compartir en este artículo: la vez que más cerca he estado de dejarlo y cómo de ahí le di una vuelta a mi comunicación, a mi negocio y a cómo lo veía yo a nivel emocional.
Quiero contarte cómo descubrí que lo que me faltaba en mi negocio, era #laestrategiadelamor. Y cómo me salvó.
Y todo esto tiene mucho que ver con la historia de cuando estuve a punto de tirar la toalla y chapar Salto en Digital.
Porque sí, también he tenido momentos de pensar que esto no compensaba. De que no había salido del mundo por cuenta ajena para pasarme horas y horas haciendo malabares increíbles con los niños, la vida familiar y el negocio para no tener un sueldo decente (meses y meses sin sueldo también). Y de un día, verme tan agobiada, tan enfadada, tan triste que a punto estuve de mandarlo todo a la mierda.
De apagar el ordenador para siempre de los jamases y volver al mundo del trabajo por cuenta ajena con el rabo entre las piernas, cara de susto y cero ganas. Y cómo al final (igual que las pelis épicas, el amor me salvó).
[Disclaimer: esta es una versión dramatizada de esa parte de mi viaje con Salto en Digital. Un viaje que me ha traído mucha instrospección profunda, mucho descubrimiento y análisis de sentimientos y creencias escondidas y muchas alegrías a pesar de lo mal que sentía que lo estaba pasando en el momento].
Yo monté esto de Salto en Digital cuando mi primer hijo tenía 9 meses. A sus 8 semanas de vida, yo tenía pensado volver al trabajo como freelance para la gran marca de perfumes para la que trabajaba casi en exclusiva en esos momentos. Pero ¡oh, sorpresa! ya no me necesitaban (su razón es que ya no tenían presupuesto. WTF?).
Hundida en la miseria y sintiéndome rechazada y muy enfadada con el mundo en general, y lo jodido que lo teníamos las mujeres (¿hormonas post-parto anybody?), me tomé los siguientes 6 meses para lamerme las heridas, seguir enfadada con el mundo y, cuidar a mi hijo (te avisé 2 párrafos más arriba que era la versión dramatizada de la historia).
Salto en Digital no nació de mi sueño de vivir de lo mío y poner al servicio de otras marcas como yo mi habilidad de planificar y de crear mensajes potentes además de conciliar mi vida personal con la familiar. Surgió del dolor a ese rechazo (lo que me gusta a mí un drama, te avisé) y del miedo que me suponía exponerme de nuevo a más rechazos en el mundo laboral. Y eso que llevaba 4 años como freelance. Pero habían sido unos años muy parecidos a un trabajo por cuenta ajena, sin yo tener la necesidad de exponerme, hacerme visible ni estar todo el rato dando la cara en Instagram comunicando ni vendiéndome. Porque tenía un único cliente que pagaba muy bien y los trabajos esporádicos que conseguía por recomendaciones, eran un plus muy agradable. Pero no tenía que buscar nuevos clientes cada mes, cada semana. No tenía que hacerme visible. Ni estar en stories cada día.
Salto en Digital fue mi plan B convertido en plan A.
Los primeros meses me los tomé para montar mi web y empezar a trabajar mi marca personal: el blog, Pinterest para aumentar mi visibilidad, crear y compartir contenidos de valor en Instagram. El crecimiento era lentísimo. Los clientes cero. Y yo seguía ocupada con un bebé y encima en nada me quedé embarazada.
Ok, vamos a darle un poco más de visibilidad. Comenta en otras cuentas, un par de Grupos de Facebook. Algo más de visibilidad, pero clientes cero. Un lead magnet, algo más de promoción. Email marketing. Estaba aplicando el manual de todo negocio digital que comienza al dedillo.
Y en seguida llegó mi segunda hija (se llevan muy poco, 21 meses, no sé si es valentía o inconsciencia jajaja. Apuesto por lo segundo). Con ella, me llegaron los primeros clientes. Clientes con los que me había relacionado en Instagram y que me habían contactado ellos mismos (pongo en negrita esta frase, porque pensé que ya estaba y que no iba a necesitar “venderme”). Pensé que mi negocio ya estaba despegando.
La fase de start up superada.
Pero en fin. Que no.
Que tenía clientes pero no tantos como los que yo quería. Mi negocio no era sostenible monetariamente. Me apunto hablarte de los precios otro día.
Así que más contenidos, más Instagram, más blog, algún evento offline. Más trabajo de relaciones públicas y más clientes. ¿Por fin?
Mismo tiempo. 2 niños pequeños en la guardería. Mismo sentimiento encontrado con eso de “venderme” y de los precios y el merecimiento. Y yo queriendo montar mi primer curso (Pineando que es Gerundio, un curso de Pinterest para marcas y está guay por eso de ir creando mi modelo de negocio no tanto basado en servicios 1 a 1).
¿Y cómo soluciono esto de tener más clientes pero mismo tiempo? Pues dejando de comunicarme. O sea, no es que desapareciera de Instagram, pero digamos que salía menos. Y estuve 6 meses sin publicar en el blog y muy pocos emails a mi lista. Prioricé oras cosas. Como el trabajo para clientes, básicamente.
Al principio no lo noté, tenía mucho trabajo (con los hijos toooodo es mucho trabajo, ¿no?). Pero a los 2 meses y medio dejé de recibir peticiones de presupuestos. Las visitas a mi web bajaron. El flujo de suscriptores disminuyó una barbaridad.
¿Por qué, por qué señor? ¿Qué estaba fallando? ¿Era yo o qué coj…es? Dudaba de todo lo que hacía, dudaba hasta de si mi sombra era la mía. Si estaba siguiendo el manual del negocio digital al dedillo.
Y me topé con un podcast, el de Amy Porterfiel, en el que escuché que para vender, necesitamos construir una comunidad interesada en nuestros productos. Y que cuando más tenemos que comunicar y trabajar por esa comunidad, es cuando no estamos de lanzamiento (o en modo venta).
De esas epifanías en las que te llueven encima pétalos de flores y confeti, suena música de Kenny G y la tierra se vuelve blandengue bajo tus pies.
Yo, que llevaba más de 2 años con Salto en Digital, seguía teniendo mentalidad de trabajo por cuenta ajena. Porque priorizaba mis clientes sobre todas las cosas y me olvidaba de mi negocio cuando iba mal de tiempo. Cuando estaba cansada. Cuando no me daba la vida.
Porque sí, tu comunicación es lo que te hace visible. Y tu Instagram y Pinterest y tu lista de email marketing es lo que te conecta con tu tribu. Y te permite vender a personas interesadas en ti y en lo que ofreces.
Y sí, porque en los momentos de trabajar por la noche, de angustia porque no llegaban los clientes, porque no le veía salida, quise dejarlo. Esto de Salto en Digital no me estaba compensando en absoluto. ¿No lo había montado para ser feliz y tener más libertad? ¿Para no depender tanto de otros? Vivía enfadada conmigo, con el marido y los hijos. Y muy culpable por estar siempre enfadada y de mal humor. Y encima sin sueldo y a veces hasta palmando pasta.
El podcast de Amy Porterfield me hizo ver que lo estaba haciendo al revés. Que mi comunicación tenía que ser prioritaria siempre. Que hacer espacio para mi negocio, para mis objetivos, a dónde quiero llegar y cómo quiero lograrlo, es lo más importante. Y sobre todo, no acordarme de la comunicación solo cuando “tengo tiempo”.
Ahora Salto en Digital es mi plan A y el único que tengo.
Ahora priorizo mi comunicación. Tengo mi plan de marketing con el foco puesto en a dónde quiero llegar (la parte de visionaria de Salto en Digital y cómo voy a utilizar mi comunicación, mis contenidos y los diferentes canales para lograrlo). O sea, cómo comunicarme mejor para vender más. Igual que hago con mis clientes. Es la parte del amor con mayúsculas a lo que hago, a mis clientes y lo que puedo hacer por ellos. Es el final feliz a esta historia.
De todo esto salió #laestrategiadelamor
Porque comunicar y hacer visible tu marca, es de lo más bonito que puedes hacer por tu negocio. Y ofrecer tus servicios o productos, o sea, venderte, también es parte de #laestrategiadelamor.
Si esta historia te está familiar y quieres de una vez por toda priorizar tu comunicación, pero de manera estratégica, al final del email te cuento cómo te puedo ayudar.
2020 fue el año en el que conseguí disfrutar con mi comunicación, ver mi comunicación y visibilidad no como una tarea pesada y tediosa, sino un disfrute, una muestra de amor a mi negocio y a mí misma.
Es el año en el que me permití incluir esta parte del amor y del disfrute en lo que quiero mostrar a mis clientes. Que sea también la base y la emoción desde la que ellos comunican.
Y sigo siendo muy estratégica y busco que mis clientes también se lo pongan fácil. Tengo testimonios de marcas con las que he trabajado de esos que consiguen sacarme una lagrimilla. Y esto es lo que me gustaría ayudarte a ti también con tu comunicación.
Que sepas qué comunicar y cuándo, pero sobre todo por qué. Que pongas orden y claridad en tus objetivos (de dinero y de negocio) para que puedas crear la mejor estrategia de comunicación para ti).
#laestrategiadelamor en 2022
Y como las historias nunca se terminan. Solo en las pelis y siempre es un punto y aparte para que tú las termines, la mía sigue viva.
Con el foco puesto en hacer espacio a mi comunicación en mi día a día, me he dado cuenta de que no hay que caer solo en estar presente en redes sociales. Que tengo que trabajar en mi visión del negocio. ¿En qué quiero que se convierta? ¿Cuáles son mis grandes sueños, mis grandes planes? Esos que aparecen por sorpresa en tu cabeza, primero como una idea loca a la que no le haces mucho caso. El miedo, ya tu sabeh. Pero que no se rinden. No te abandonan.
Y que la parte de soñar, de idear, de mirar al futuro es fundamental. Y todo esto de comunicar y hacerme visible, es una de las piezas clave para que ese sueño se convierta en realidad.
¡Nos seguimos leyendo!
Saludos,
PD 1. Esta es una historia resumida y condensada de mi camino turbulento y precioso con Salto en Digital. He aprendido que si quiero que mi negocio se sostenga, tengo que soñar y comunicarme. Que comunicarme es una de las cosas más bonitas que puedo hacer por mí y por mi marca. Y que vender (lo que hago y mis servicios) es una consecuencia lógica de trabajar en mi comunicación. Vender y comunicarte no te tiene que doler.
PD 2. Si quieres que te ayude a comunicar mejor para vender más, rellena este formulario y tengamos una reunión para que te explique cómo lo haríamos. Esta sesión de valoración es otra muestra de amor por lo que hago y hacia las marcas a las que voy a ayudar. Antes de comenzar a trabajar con un nuevo cliente quiero que los dos nos conozcamos y tengamos las cosas claras para construir una relación de confianza.