El fin de año significa para muchos tiempo reflexión: sobre lo que nos ha pasado estos últimos doce meses y lo que está por venir. ¿Qué queremos hacer diferente en 2017? ¿Tenemos un proyecto que nos gustaría empezar? Todos los negocios surgen de una idea fantástica y del deseo y necesidad de cambiar algo. Ya sea que nuestro actual trabajo no nos gusta o queremos lanzarnos a la piscina y perseguir ese sueño que puede que no nos deje dormir, pero que nos hará felices (la mayor parte de los días). Business 101 no es un plan de negocio, ni una guía práctica con los pasos necesarios para constituir una empresa. Business 101 es la chispa que ha prendido tu proyecto, una ayuda para comenzar a construir tu nueva vida. Es la base en la que todas las empresas tendrían que sustentarse.
Os voy a contar un pequeño secreto: nunca pensé que tuviera alma de emprendedora (y todavía me lo cuestiono). Siempre pensé que lo mío sería estudiar, encontrar un trabajo que me gustase y… quedarme así prácticamente toda la vida. Hasta la jubilación. Suena bien, ¿o no? Emprender no es fácil y quien te diga lo contrario miente. Lo fácil es quedarse en casa viendo la tele, pensando en lo que se podría hacer, y sin hacer nada.
No soy una emprendedora al uso: la inseguridad me produce vértigo, llevo fatal el tener que explicar a quien no me conoce qué es lo que hago y hay días en los que la promoción de mi trabajo me da mucha pereza. Pero me gusta lo que hago. Me gusta trabajar para mi, que el esfuerzo que hago (o no hago) revierta en mi proyecto. Los pequeños avances, las soluciones encontradas, las nuevas ideas que me asaltan cuando menos me lo espero, todo eso es mío. Es para mi proyecto, para mis clientes, para mi empresa. Por eso cada día es mejor, merece la pena levantarse de la cama, echar muchas horas. Luchar contra los obstáculos y salvarlos me produce una gran satisfacción. No quiero conformarme con lo que me den, sino que quiero trabajar por lo que quiero.
Business 101: encuentra tu pasión
Cada proyecto comienza con una idea fantástica, surge de una pasión, de algo que nos gusta, nos llena y no nos importaría hacer el resto de nuestras vidas. Una idea que comienza como un copo de nieve que rodando y rodando se va haciendo cada vez mayor, hasta que ocupa todo nuestro espacio y nos arrastra. Una idea que duerme con nosotros, se levanta con nosotros, nos acompaña a nuestro otro trabajo y vuelve a casa en el autobús sentada a nuestro lado, hasta que solo respiras tu idea.
¿La tienes ya? Esa es tu pasión. Es la base de tu proyecto. Es la semilla de la que surgirá tu negocio.
¿Y ahora qué? ¿Qué hago con esta idea?
Ahora lo importante es que no nos venza el miedo. Encontremos la punta de esa cuerda de la que tirar y que nos vaya marcando el nuevo camino.
Muchas veces la sola idea no basta. Necesitamos también un hartazgo generalizado de nuestra vida actual para que nos decidamos a dar el gran salto. En mi caso, me vi en la encrucijada de volver a comenzar de nuevo por cuenta ajena o intentarlo por mi lado y decidí apostar por mi proyecto. Estaba cansada de que mis ideas se estrellasen en la burocracia de grandes empresas, en que todo fuera muy lento y no se apostase fuerte por el mundo digital. Cansada de mentes cerradas en las que la venta inmediata fuera su única manera de salvar una crisis y que pensar a largo plazo significara los próximos tres meses. Quería buscar gente como yo, que quisiera aprovechar la oportunidad que el mundo digital está ofreciendo a la comunicación y al marketing, que quisiera buscar nuevas formas de trabajar y encontrar nuevos caminos con los que acercarse a las personas. Quería aprender y desarrollarme. Avanzar, seguir creciendo.
Para decidirme a dar ese salto, hice un ejercicio muy sencillo. Cogí papel y boli y escribí cómo sería la empresa ideal en la que querría trabajar. Flexibilidad horaria, seguridad, conciliación familiar, igualdad de oportunidades, buen sueldo, desarrollo de carrera profesional, formación continua, trabajo creativo y ameno, procesos eficientes, baños amplios, zona de trabajo luminosa y aireada, con transporte público cercano. Apunté todo lo que se me ocurría, hasta que hubiera una máquina de café de esas de cápsulas y no de las de vasito de plástico. Me salió una empresa muy maja, un sitio al que me gustaría ir a trabajar cada día, en el que no me importaría pasar mucho tiempo y dejarme la piel. Y me di cuenta de que tenía pocas probabilidades deque me llamaran de un sitio así (si es que existe alguno). Así que decidí que mientras pudiera, lo iba a intentar por mi cuenta. Que mi pasión se iba a convertir en mi forma de vida y que podría hacerlo por mi cuenta. Y aunque no cumplo todos los requisitos de mi lista, sí que tengo una máquina de café de esas de cápsulas y el metro en la puerta :).
Te propongo que hagas un ejercicio parecido para ayudarte a saber si estás preparado para perseguir tu idea. Coge papel y boli y escribe tu respuesta a las siguientes preguntas: ¿cómo te ves dentro de 2 años si no haces nada por cambiar? Puedes hablar de tu trabajo o tu vida general. Sé lo más específico que puedas. Aguantando a la misma compañera cotilla, que tu jefe te ponga reuniones a última hora de la tarde, e-mails de trabajo los domingos por la tarde, una hora en transporte público hasta llegar a la oficina cada mañana. Ideas que se queda en un cajón olvidadas. ¿Te gusta lo que ves? ¿Te gustaría cambiar algo?
Ahora contesta a lo siguiente: ¿cómo te ves dentro de dos años, pero habiendo trabajado por tu idea? Intenta ser específico y apunta lo bueno y lo malo que creas que puede pasar si decides apostar por tu negocio ¿Te gusta más lo que ves ahora? Si la respuesta es que sí, es hora de ir pensando en la parte práctica de perseguir tu pasión.
¡Nos seguimos leyendo!
Si quieres más contenido sobre marketing digital, trucos en redes sociales y emprendimiento puedes seguirme en Instagram y Pinterest.