En este episodio (el 39 del podcast ¿Qué porras estoy haciendo?) reflexiono sobre cómo nos rebelamos contra la realidad que vivimos y cómo hago yo para planificar mi vida y negocio sin morir en el intento. Y por qué esto tiene que ver con esa energía de estos últimos meses de querer que llegue 2021 para que acabe con todos nuestro males de este año. De los objetivos que queremos conseguir para los próximos meses. O las intenciones que quieres que guíen tus acciones, tu palabra del año y, por supuesto, mi calendario estratégico para Instagram y Pinterest de 2021, que podrás descargar al final del artículo.
Puedes escuchar el episodio aquí:
Intro del episodio
¡Hola!
Bienvenida al episodio 39 de ¿Qué porras estoy haciendo? La semana que viene es el número 40, un número redondo, pero además es que es el aniversario de mi podcast. Un añito va a cumplir ya este ¿Qué porras estoy haciendo? Así que atento o atenta a la semana que viene, porque el episodio va a ser especial.
Transcripción del episodio
La semana pasada, en una cena online con las chicas de mi Tribu, Alba Ferreté de The Mindful Room me preguntó ¿Cómo es ser madre y emprendedora? Estábamos hablando de gestionar proyectos, llevar el negocio y la pregunta no era tanto si la maternidad es jodida, dura o una maravilla, sino cómo es tener un negocio + hijos. Claro, si eres mujer, tienes un negocio y no tienes hijos, con la posibilidad abierta o no, de un día tenerlos, pues eso, que te lo preguntas.
Y la verdad es que es igual que tener un trabajo por cuenta ajena + hijos. Quizás a la hora de organizarte, de horarios puedes ser más flexible si tu negocio te lo permite y sobre todo que no tienes que darle explicaciones a tu jefe si tu hijo se pone malo o quieres ir a la función del cole. Pero en temas de organización, de ser más eficaces, es lo mismo.
También pienso que a la pregunta que me hizo Alba le acompaña una segunda, es que si yo “recomendaría” así, entre comillas lo de recomendar, tener hijos si tienes un negocio. El tema del podcast no es si la maternidad merece la pena o no, porque cada una de las madres ahí fuera tiene su propia respuesta. Y creo que tampoco está la sociedad muy preparada para según que respuestas.
El tema de hoy, es aceptar nuestra realidad y vivirla. Así que respondiendo a esta pregunta, no puedo decir otra cosa, que es que yo he vivido mi negocio siempre siendo madre. No tenía otra realidad. Comencé Salto en Digital cuando mi hijo mayor tenía 8 meses. Yo ya llevaba siendo autónoma 4 años, pero trabajando para una gran empresa del sector lujo. Y era casi como un trabajo por cuenta ajena. Pero lo de tener mi propia web y redes sociales, de eso no. Yo no hacía promociones, ni publicidad. Ni tenía que salir a buscar clientes ni vender mis servicios. Así que mi realidad siempre ha sido Salto en Digital con 1 hijo. Y luego con 2, pues me quedé embarazada de la segunda cuando el mayor cumplió los 12 meses.
Obviamente, a simple vista, el tener un negocio sin hijos pequeños parece más fácil. Puedes dedicarle un tiempo determinado, estable todos los días. No tienes que cuadrar tu agenda no solo con otras citas con clientes, sino también con el horario de la guardería, o las citas con el pediatra.
Pero la verdad es que no sé si me habría resultado más fácil, porque Salto en Digital surgió cuando Jon tenía 8 meses. Muchas veces me he planteado que podría haber avanzado más rápido sin hijos, que podría haber hecho más cosas, empezado más proyectos. Grabado más episodios del podcast. Escrito un libro. Creados más lead magnets. Y luego caía en esa trampa mortal de compararme con otras madres emprendedoras, a las que sí les daba tiempo a hacer lo que yo pensaba que necesitaba hacer. Y entonces ya la maternidad no era el problema, sino yo, ups.
2020. El año que todos vamos a recordar. El año en el que en el mundo se desató una pandemia, un virus que nos ha afectado a todos. Y pienso que no sé cómo podría haber sido posible otro 2020, porque la realidad es la que es.
El año que aprendí además lo que era Mercurio retrógrado, en el que trabajé con mis hijos en casa y me acostumbré a llevar mascarilla.
Me cuesta mucho hablar de este 2020 en general y contar que ha sido un año en el que siento que he crecido personalmente. En el que veo las cosas de otra forma. Y también sé que mis circunstancias han sido buenas. No he enfermado, mi familia está segura, sigo trabajando. Tengo un negocio online que no ha tenido que adaptarse a esta nueva circunstancia de no poder reunirse. Porque yo ya lo hacía todo online.
He encontrado clientas maravillosas este año. Personas que también han entendido que la comunicación es fundamental en sus negocios. Y que querían encontrar otra manera de comunicar y de contar.
No sé cómo habría sido 2020 sin coronavirus. Los planes o proyectos que habría llevado a cabo en el negocio. Porque no ha sido la realidad que he vivido. También creo que las marcas que mejor lo están haciendo (y las que mejor superan las crisis en general) son las marcas que entienden que la realidad es la que es y que lo que hay que hacer es adaptar el mensaje, pivotar el negocio. Entender lo que sienten sus clientes ahora, lo que necesitan, a lo que aspiran y ofrecérselo.
Es fin de año, es el momento de reflexionar sobre este año, sobre los próximos meses. Sobre lo que quieres. Ya lo has empezado a ver. No soy original en esto. Pero el cuerpo lleva unas semanas pidiéndome estas reflexiones. Que haga mi balance personal. Que reflexione sobre lo que quiero conseguir.
Un pensamiento más. No es mío, es de James Wedmore, de su podcast Mind your business podcast. En el que decía algo así (es mi propia traducción, que el podcast es en inglés): no es que no te guste plantearte objetivos, lo que no te gusta es la decepción que sientes cuando no consigues esos objetivos.
Y esto me hizo darme cuenta de que a mí me ha pasado muchas veces, decenas de veces, cientos de veces. Que no he puesto objetivos, porque si no los conseguía, me iba a sentir mal, decepcionada. Hablaría de fracaso. Y volvería a lo que ya te he contado otras veces, de asociar nuestros resultados con lo que somos.
James Wedmore habla además de intenciones. Y de que planteamos nuestros objetivos en vender X o tener X fans y que entonces nos centramos en esos números olvidándonos de lo que significan en realidad. ¿Cuál es la intención que queremos conseguir con ese número? No son los 10 mil fans. Son las personas a las que podemos ayudar con lo que hacemos. A las que les podemos cambiar la vida, hacérsela más fácil, más feliz.
Mi palabra de 2020 fue balance. Encontrar el equilibrio en las diferentes áreas de mi vida. El que pudiera trabajar, estar con mis hijos y marido y tener tiempo para mí. Balance como lo opuesto a la culpabilidad por querer llegar a todo y no poder. Y también por poder pasarme una tarde viendo la tele o leyendo sin sentir que hay cosas por hacer pendientes.
Y para mi negocio escogí la de visibilidad. Vencer el miedo y apostar por lo que hago.
Este año tengo una palabra. Disfrute.
Es el momento del año en el que saco mi calendario estratégico para Instagram y Pinterest. Para que puedas concretar los contenidos que vas a publicar en Instagram y Pinterest teniendo en cuenta los objetivos que quieres conseguir. Por eso es estratégico. No son ideas de contenido que puedes crear en redes, independientemente de tu negocio o sector. Es una manera de entender que tu comunicación es única, porque es la tuya. Porque parte de las intenciones que quieres en tu vida, de la palabra que hayas escogido que guíe tu año y de los objetivos concretos que quieras conseguir.
Puedes suscribirte aquí mismo y el calendario te llegará a tu bandeja de entrada. Verás un pequeño vídeo donde te explico cuál es el método y podrás descargarte tu plantilla de calendario.
Nos escuchamos la semana que viene. Aaaadiós.